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Carpe diem (vivir el momento)

miércoles, 22 de agosto de 2012

Un corazón roto como tantos


Resultaba ser, en apariencia de los demás, una de esas chicas diferente. Parecía ser fuerte, una de esas pocas personas a las que no conseguías hacer daño. Solía ser fría para cualquier situación y momento, bajo ninguna circunstancia sonreía ni dejaba mostrar sus sentimientos. Parecía ser una persona sin corazón, de las que ahogan sus pensamientos en unos auriculares. Dejaba a la vista su distinta forma de expresarse hacia el mundo, y su forma de pensar ante los demás. Pero ella, tan lejana a todos los demás, a todas aquellas personas que estaban a su alrededor día a día, no resultaba ser en realidad tan diferente a todos aquellos. Ella lloraba por las noches en su habitación, cuando todos los demás dormían, solía quedarse horas derramando lágrimas entre botellas de acohol. Ella solía mirarse en el espejo y derrumbarse en el suelo, solía pensar que no era ella misma y que había dejado de serlo desde hace tiempo. Ella, en apariencia de los demás, era solamente una chica que había dejado atrás a esa niña llena de ilusiones, esperanzas y sueños, que había olvidado el cómo sonreír, el sentirse bien consigo misma y con el mundo, que había decidido dejar atrás a su pasado. Ella era una chica a la que, tiempo atrás, habían roto y desquebrajado tantas veces su pobre y delicado corazón, que habían hecho en mil pedazos sus ilusiones y sueños, que habían herido hasta el último rincón de su alma. Ella era un corazón roto como tantos otros en la vida.