
Durante
las últimas noches padecí un insomnio estremecedor. Se me hace
imposible conciliar el sueño temprano, no puedo evitar dar vueltas en mi cama
hasta altas horas de la madrugada, muchas veces hasta el alba. Dormir siempre
fue la única vía de escape que encontré hacia mis problemas, y no poder
hacerlo me está matando. Estar despierta es sinónimo de pensar, de vivir un
realidad que no tolero ni en lo más mínimo, de torturarme a cada segundo y
acrecentar de esa forma, el nudo que se apodera de mi garganta.
¿Nunca
lo sentiste? Ese nudo que al paso de los días se va agrandando más y más, hasta
el punto en que tapa cualquier vía respiratoria y comienza a hacerte falta el
oxígeno. (De cualquier forma no deja de ser una exageración, pero el nudo
existe y me está raspando en el interior hasta hacerme llorar, mi corazón está
bombeando sangre más rápido de lo normal y mi pulso sube). Es ni más ni menos
que la acumulación de mis problemas, empezando con mi personalidad sofocante,
extremista, completamente hartante.