Nunca me dejaste saberlo del todo. Nunca
hablamos de esas heridas que los dos manteníamos al aire fresco.
Lastimados y triste hicimos nuestro mejor intento para sacar sonrisas. Así nos
volvimos amigos. Peculiares amigos. Nunca pasamos la raya correspondiente.
Nunca me contaste de ella y nunca te conté de él. Te tomé cariño pero tampoco
lo dije y vos tampoco lo hiciste. Entonces hoy, curados y felices. Hoy, cuando
me llevas al lugar que odio y te recuestas en la arena dejando que yo apoye mi
cabeza en tu pecho, haces que todo se nuble. Inconscientemente borras
la línea y me dejas ver en lo profundo de tus ojos. Cuando por primera vez
puedo ver el abandono y la tristeza en tu mirada, algo hace click. Entonces, me
doy cuenta que somos iguales, casi la misma persona. Los dos tratando de
escapar, de olvidar. Entiendo, que todo este tiempo estuve escapando en vos.
Sin embargo, los pocos meses que faltan para tu ida se hacen notar. Acepto que
te tengo que dejar ir, por eso vuelvo a trazar la línea y tiro cualquier sentimiento
al viento. Vuelvo a reír de uno de tus malos chistes y recuerdo que somos esto.
Todo y nada al mismo tiempo. Me doy un aliento a mi
misma, diciéndome que no ahora, ni en este lugar, pero alguna vez
podría suceder. Podríamos curar las heridas del otro, podríamos ser felices
solo con nosotros dos, podríamos ser solo uno. Pero no ahora, porque estamos
rotos, lastimados, desgastados y sobre todo porque te irás.