Estuve tanto tiempo tratando
de olvidar, deseando adormecer algunos puntos en mi memoria, bloqueando oscuros
lugares de mi cerebro y todo ese tiempo era
perdido. Desperdiciado totalmente. Porque volvía a cada uno de esos
recuerdos de una manera a otra, y me odiaba por eso. Creía solemnemente que no
era lo suficientemente fuerte para olvidar. Sin embargo, hace poco aprendí algo
casi vital. Recordar es la
clave para no equivocarse. Cada recuerdo, cada experiencia, sea buena o mala,
vergonzosa o divertida, turbia o tranquila, cada una de ellas te dejan una
enseñanza o una sonrisa.
Nunca fui de las personas optimistas o vivaces y no quiero llenarme la boca con frases sobre no arrepentirse de nada porque ese no es el camino. Uno se equivoca y no arrepentirse puede desembocar en un río de confusiones y desviarte a caminos equivocados.
Tampoco soy buena para los consejos, yo no puedo aconsejarme a mi misma, y casi siempre estoy dudando de la mayoría de las cosas, pero acá, entre nosotros, puedo decirte que recordar hasta los peores momentos de tu vida, es necesario.
Nunca fui de las personas optimistas o vivaces y no quiero llenarme la boca con frases sobre no arrepentirse de nada porque ese no es el camino. Uno se equivoca y no arrepentirse puede desembocar en un río de confusiones y desviarte a caminos equivocados.
Tampoco soy buena para los consejos, yo no puedo aconsejarme a mi misma, y casi siempre estoy dudando de la mayoría de las cosas, pero acá, entre nosotros, puedo decirte que recordar hasta los peores momentos de tu vida, es necesario.