Me abrazabas con la
mirada, pero nunca te atrevías a acercar tus brazos a mi cuerpo. Susurrabas que
me querías, pero te daba miedo gritarlo a los cuatro vientos. Me hablabas de
hacer mil ciento cinco cosas fuera de lo normal por semana, y no hacíamos ninguna.
Mientras tanto, yo siempre hablaba de vivir casa segundo como si fuera el último y de reír a carcajadas. De salir y disfrutar, de llorar y sentir. De soñar que soñábamos con nosotros.
Cuando te diste cuenta, cuando quisiste decirme lo que sentías, yo ya estaba muy lejos -a kilómetros y kilómetros de distancia. Y a mí ya me daba igual, yo me dedicaba a descubrir límites entrelazados y a buscar estrellas fugaces.
Mientras tanto, yo siempre hablaba de vivir casa segundo como si fuera el último y de reír a carcajadas. De salir y disfrutar, de llorar y sentir. De soñar que soñábamos con nosotros.
Cuando te diste cuenta, cuando quisiste decirme lo que sentías, yo ya estaba muy lejos -a kilómetros y kilómetros de distancia. Y a mí ya me daba igual, yo me dedicaba a descubrir límites entrelazados y a buscar estrellas fugaces.