Agonía.

Creía que podía ser feliz sola, que no necesita de nadie. Ni de un amigo, ni de un conocido, ni de un familiar. Se había cansado completamente de que las cosas cambien, de que nada dure para siempre, de no poder terminar de confiar absolutamente en nadie por esas mismas razones.
Todas las estaciones parecían inviernos crueles para ella, no terminaba de sentirse bien consigo misma ni con los demás. ¿El error sería ella?
Quería que su vida fuera un viaje y que su mente fuera su destino, pero ¡que lejos se encontraba de ella! había un gran abismo entre lo que necesitaba y lo que pedía. Ya no lloraba, ya no reía, sus emociones eran nulas, vivía en una agonía constante. Se desconocía completamente.