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Carpe diem (vivir el momento)

miércoles, 8 de agosto de 2012

Una chica sin suerte


- ¿Podemos hablar? - le dije con una sonrisa expectante.Me miró con esos hermosos ojos cafés mientras asentía con la cabeza. Lo tomé del brazo despacio, y lo conduje a un lugar en donde no se escuchara nada más que nuestras voces.
- ¿De qué querés hablar Sam? - me dijo con esa voz que tanto me volvía loca.
Ahora que estábamos a solas, las palabras tantas veces practicadas frente al espejo esta mañana, no acudían a salvarme. Nerviosa, empezé a mover las manos inquieta. Él me miraba con curiosidad, esperando a que yo dijera algo. No podía echarme para atrás, no ahora. Y además no tenía nada que perder. ¿Verdad? Tragándome el miedo, comencé a hablar:
- Mirá Fran... - le dije mientras me daba cuenta de que me estaba escuchando atentamente - me pasan cosas con vos... - le confensé mientras él abría los ojos sorprendido - Me gustás, y algo así como demasiado... - continué mientras me sonrojaba violentamente. - Y esperaba que algún día pudiéramos ser algo más que simplemente amigos...
Lo miré atentamente a la espera de su reacción. Lo único que podía leer en su cara era la sorpresa. Cambió el peso de una pierna a la otra, y fijó su mirada en sus manos, aparentemente incómodo por la situación. Guardó silencio unos segundos, y después habló.
- Nunca me hubiese imaginado que sentías esto por mí Sam - me dijo con pena - Te voy a ser sincero... Prefiero que seamos amigos nada más... - y se detuvo a pensar una excusa convincente - porque siempre me pasó que con mis novias me distanciaba más, que no hablamos tanto, que no nos vemos muy seguido, por eso quiero que seamos amigos Sam... Por favor no te enojes... - me suplicó mientras me tomaba de las manos y me miraba a los ojos - No sos vos, soy yo... Lo siento...
Mierda, fue como si me hubiesen tirado un balde de agua congelada en la cabeza... Me había imaginado la posibilidad del rechazo,
  pero nunca pensé que me iba a afectar tan fuerte. Agradecí su amabilidad de camuflar su rechazo con esa excusa tan poco convincente... Se veía a simple vista que él no sentía por mí lo mismo que yo sentía por él...
- No lo sientas - le dije mientras sacudía la cabeza - Ojalá pudiera desintegrar mis sentimientos para hacer todo más fácil... Pero no puedo... - le manifesté con tristeza.
Y dicho esto, le sonreí como si nada hubiese pasado, como si la charla que acabábamos de tener nunca hubiese ocurrido... Mi autoestima estaba por los suelos, y mi corazón desilusionado como tantas otras veces me había pasado.  ¿Por qué me enganchaba siempre con los tipos más complicados? No lo entendía... Si no era porque no sentía lo mismo por mí, era porque tenía novia... ¿Por qué no era sensata, lo mandaba al carajo desde un principio y me olvidaba de él antes de que me haga daño? Y así me buscaba un chico de mi edad, sencillo, sin vueltas y que se mueriera de amor por mí. Suspiré. ¡El amor era demasiado complicado a veces!
¿Qué debo hacer? ¿Sonreír porque somos amigos o llorar porque jamás seremos algo más que eso?